El carácter del tirano. Rusia es, desde hace mucho tiempo, un país enfermo. Los habitantes de la nación más grande de la tierra viven en una sociedad marcada por siglos de tiranía y, después, por muchos años de totalitarismo. Por eso han desarrollado un hábito de fatalismo y resignación que ha hecho posible la enormidad que ahora contemplamos.
Me resulta difícil entender ese espíritu que permite, en pleno siglo 21, que un hombre ambicioso se adueñe de todo un país. Y me intriga mucho la personalidad de quien, por circunstancias no del todo claras, se ha convertido en su monarca absoluto.
No es fácil analizar las creencias y las motivaciones de un dictador.
Como sucede con muchos hombres poderosos, uno de los rasgos de su personalidad es, por fuerza, la ausencia de emoción. Un hombre sin alma.
A los humanos nos mueven las emociones. Incluso si te consideras una persona inteligente y racional sabes bien que en la base de todos tus deseos y aspiraciones están siempre los sentimientos. Sin sentimientos nada tiene mucho sentido. Como dice Andrea Rizzi, el infierno es el hielo en el corazón.
La falta de respuesta emocional es uno de los rasgos que caracterizan a los psicópatas. Pero no lo explica todo. Para llegar a tirano hacen falta también otras cualidades. Ambición sin límites, crueldad, inteligencia, ausencia de culpa.
Y, sobre todo, una autoestima desmedida. Las fotos que acompañan esta página me impresionan porque reflejan la distancia insalvable entre el monarca absoluto y el resto de la humanidad. Un monarca que ha decidido reescribir la historia y expandir su imperio, como en el Antiguo Régimen.
En Europa sabemos distinguir el bien del mal. No siempre nos comportamos de forma ética, y a menudo ponemos nuestros intereses por delante de nuestros principios. Pero nuestra civilización tiene una brújula moral que nos indica el camino correcto y nos impide perdernos incluso cuando nos apartamos de la ruta que deberíamos seguir.
Para el tirano esto no tiene ningún sentido. Las consideraciones morales, para él, son solo una excusa cínica. Lo que cuenta son los intereses. Parecía imposible que eligiera sin motivo tanto dolor y tanto sufrimiento. Pero para él el dolor y la muerte no son obstáculo para sus objetivos. Y piensa que los demás, en el fondo, somos como él y abandonaremos sin dudar nuestros principios cada vez que nos convenga. Al fin y al cabo, lo hemos hecho muchas veces.
Pero en esta ocasión el dictador se ha equivocado. El mundo civilizado está haciendo todo lo posible por acabar con este disparate. Inspirados por el ejemplo de un país valiente, por una vez hemos puesto nuestros principios por delante de nuestros intereses más inmediatos.
Muchos creen que la única salida verosímil de esta encrucijada es defenestrar al tirano. La estrategia se centra en dañar a sus secuaces, con la esperanza de que sean ellos los que lleven a cabo el trabajo sucio. Tal vez consigamos que los oligarcas se revuelvan contra su protector. La esperanza de que sea el pueblo ruso quien lo haga es más bien escasa, y más si tenemos en cuenta la voluntad del dictador de reprimir a sangre y fuego cualquier intento de insubordinación.
Cuando todo acabe tendremos que aprender las lecciones de esta atrocidad. Hemos de conseguir que sea la última. Así, con suerte, podremos evitar que una nueva tiranía vuelva a amenazar la convivencia en nuestra vieja Europa.
Tanto el pueblo ruso como el chino a lo largo de su historia no han tenido la oportunidad de vivir en un régimen de democracia liberal plena, un estado social y democrático. Asistimos a las consecuencias de una educación basada en el ateísmo y el culto al estado, un tecnosocialismo y capitalismo de estado. Hemos dejado que se desarrollara a nuestras puertas y ahora pagamos las consecuencias. Esta es solo la punta del iceberg de un imperialismo económico y tecnológico que sustenta China y que ahora aprovecha al Ruso para ladrar y morder. No hemos hecho nada más que empezar. Sólo la unión entre las naciones europeas y sus gentes nos librarán de la barbarie como siempre. Oriente quiso imponerse en occidente y siempre han sido vencidos aún cuando lograran entrar por el Sur hasta los pirineos y por el norte hasta Roma. La historia de Europa nos enseña que estos ciclos se repiten. Gracias. Saludos.
Ojalá se conforme con lo ya conquistado en el este.
La situación interna del país invadido no parece ser tan homogénea como se tiende a pensar. Otro inconveniente.
Y ni la vieja Europa, ni ningún organismo Internacional está acreditado para evitar decisiones de personajes como éste.
El consentir que un hombre se apodere de un país entero sin ser rey ni emperador ni faraón es una exquisita tradición europea que inventamos en Roma y que venimos exportando alegremente desde entonces a los demás continentes.
Ya te he comentado en privado más de una vez la absoluta repugnancia que me provoca Putin y espero que le den una patada en el culo asap. No obstante, no comparto tu simpatía por el que llamas valiente presidente de Ucrania. El poner a su país al pie de los caballos cueste lo que cueste y caiga quien caiga en una pelea de la que sabe que es imposible salir vencedor no me parece la mejor opción posible. Es cierto que rendirte al invasor está mal visto, pero esa fue la postura que adoptaron la mayoría de países europeos, empezando por Francia, durante la 2GM. Estos que jalean ahora a Zelenski y le animan para que no claudique son los descendientes de los franceses, holandeses, belgas, suecos y noruegos que se rindieron a Hitler sin pegar un solo tiro. Y, visto lo visto, no les fue mal.
No tengo claro que los líderes europeos hayan tomado una decisión moral que les ha llevado a defender a Ucrania. Creo más bien que estamos usando a ese país como carne de cañón para frenar las ambiciones de Putin. Creo que los líderes europeos están alentando el ego de Zelenski, que no debe ser pequeño, haciéndole la ola. llevándole de gira por parlamentos y congresos y prometiéndole cosas (entrar en la UE, p.ej.) que no tienen ninguna intención de cumplir en el corto ni en el medio plazo.
Si hay algo de lo que estoy convencido es que Ucrania va a salir en ruinas de esta guerra y muy probablemente, me temo, firmando una rendición, Cuando esté amortizado, reagruparemos fuerzas y espero que seamos nosotros los que demos un primer paso para frenar al tirano, que me parece también bastante amortizado.
Putin es un ser repugnante, rodeado de las repugnantes criaturas de las tres A: aduladores, aprovechados y aterrorizados.
A Europa y USA: OTAN, se la esta comiendo con patatas y por las patas.
Yo, más cagueta (y a lo mejor más sensata) que Zelensky, le habría dado lo que pedía, habría evitado este horror y después…esperar, reorganizar, y rogar para que alguien lo despache con un tirito, un veneno, porque no creo que entre los suyos haya alguien tan despiadado. Es imposible.
Rusia y la antigua Unión Sovietica cada vez que han invadido, intervenido, ocupado, etc… lo han hecho con una violencia brutal pero han salido con el rabo entre las piernas, y si no ha sido así las consecuencias de esas intervenciones han sido a la larga nefastas. Las experiencias de Cechenia o Afganistan no pueden ser mas evidentes y las intervenciones en Hungria en los años 50 o en Checoslovaquia a pesar de los tanques, eran la consecuencia de la debilidad y la putrefacción de un sistema que se iría desintegrando mas adelante. Sin duda, las exhibiciones de fuerza, las largas mesas en habitaciones enormes y los torsos desnudos sobre caballos galopantes, en el fondo, denotan debilidad y una infinita soledad.
Kant en la «Paz perpetua» y Habermas insisten en la acción comunicativa y la argumentación para edificar una nueva ética universal: la ética discursiva, fundamentada en la interacción, el acuerdo y la democracia. Dada la situación actual, creo que es a lo único que podemos agarrarnos y debemos de exigir e insistir a todos los implicados en esta locura cruel , que utilicen la palabra y la argumentación como herramientas que nos conduzcan a la paz como un estado inteligente y no abrupto o descerebrado. Esto también va por Biden.