En Una Farmacia de Stuttgart un Hombre de Aspecto Simiesco trata de hacerse entender por la encargada quien entra y sale de la trastienda mostrándole diversos medicamentos que el hombre rechaza con un movimiento de cabeza o un gesto gutural antes de intentar volver a explicar una vez más a la mujer que es lo que necesita provocando un suspiro nervioso en uno de los componentes del numeroso grupo de personas que aglutinadas tras el hombre comienzan a impacientarse por la tardanza e intentan distraerse fijando la mirada en los juegos y movimientos de la encantadora niña que hay al lado del semimonstruo quien continúa luchando hasta el sudor contra su deficiente capacidad verbal para intentar hacerse entender por la farmacéutica la cual al final parece ver la luz pues está envolviendo en el papel blanco y verde de la farmacia una caja blanca alargada que el ahora satisfecho cliente guarda en el bolsillo izquierdo de su chaqueta de paño oscuro al mismo tiempo que tira de la mano de la niña de piel negra y cabello rubio quien ajena a la expectación que ha despertado levanta hacia su padre sus grandes ojos marrones en los que brillan a partes desiguales la admiración y el afecto.
Javier Puebla, 2002 (encontrado mientras revisaba viejos archivos)