Cuando una figura es casi humana, pero no plenamente humana, se produce en nosotros un sentimiento extraño.
Los creadores de robots y de efectos especiales en el cine han comprobado que, a medida que la apariencia de una figura se acerca a la de un ser humano, nuestra empatía hacia el personaje aumenta. Sin embargo, al llegar a un determinado grado de semejanza se despierta en nosotros un sentimiento intenso de rechazo. Este nivel de semejanza que provoca repulsión se llama «the uncanny valley». Si el parecido sigue aumentando, el rechazo disminuye y termina desapareciendo; llegamos a ver a la réplica como a un semejante.
El asunto me interesa porque me gusta jugar con imágenes de síntesis. Últimamente he dedicado algún tiempo al modelado de la figura humana.
En este proceso es frecuente conseguir resultados inquietantes, y difícil atravesar el valle raro hasta conseguir una imagen que transmita atributos genuinos de humanidad.
El sentimiento es casi auténtico. La foto es de síntesis.